Viaje a Londres (24/Diciembre/2004 - 04/Enero/2005)

 

* Día 27 de Diciembre de 2004 - Legalicen a Mari Juana

Nuevos estudios advierten que fumar Marihuana empeora las notas en Matemáticas.

La economista Rosalie Pacula.

Al despertar, aquel que parecía negro... era efectivamente un negro. Como nunca lo conocimos, pues estuvo durmiendo hasta que nos fuimos y luego desapareció para siempre, entonces lo bautizamos como Jimmy.

Hoy tocaba buscar alojamiento en otro sitio, pues la reserva con el Millennium Lodge acababa el día 28, así que encontramos una calle llena de hostales, muy cerca de Kensington Gardens. Después de haber visto que los precios estaban por las nubes, decidimos preguntar en uno que no ponía precio. Al principio nos dijo que la noche en una habitación doble costaría 42 libras. Nos quedamos hablando Sergini y yo con cara de querer irnos, y nos dijo que serían 40 libras. Al ver que nos habíamos quedado callados, dijo que nos enseñaría el cuarto. Lo vimos, y era un cuchitril de mala muerte, pero cuando le dijimos que nos íbamos a pensarlo y a meditar sobre ello, el dueño, para no perder a los clientes, nos lo bajó a 35 libras. Ese precio era el más bajo que habíamos visto, y era un cuarto sólo para dos personas, por lo que nos asegurábamos de que otros individuos no pudieran robarnos. Aceptamos entonces, y así nos quitábamos de encima el tema de tener que buscar hostales. Yo pagaría 17.5 libras, y Sergini otras 17.5 libras.

Y como era Lunes, decidimos visitar, cerca de Hyde Park, una de las sucursales de BBVA, pero todas estaban cerradas hasta el día 4. Como no podríamos asegurarnos de obtener billetes sin el risgo de perder la tarjeta, fuímos resignados a un cajero y Sergini probó primero la tarjeta de la universidad, que si la perdía, no pasaba nada, puse tenía muy poco dinero. Al ver no explotaba el cajero, sacó la tarjeta y puso la suya, y pudo sacar 50 libras. Yo entonces hice lo mismo con la mía y saqué otras 50 libras.

Y ya que estábamos cerca de Hyde Park y Kensington Gardens, pues volvimos a disfrutar de sus paisajes y sus ardillas y patos.

Aquí tomamos una fotografía de Chip, que estaba empeñado en hacerle la vida imposible al pato Lucas.

Y aquí en la siguiente foto tenemos a un grupo de gaviotas musulmanas rezando en dirección a la Meca. Para que luego diga Iván que si yo tuve problemas con mi cara de islámico... Allí hasta las aves habían encontrado el camino de Alá. En cambio, si se fijan en las palomas, cumplen un una total aleatoriedad, digna de ateismo.

Esta foto de movimiento le gusta mucho a Sergini, pues capta a la ardilla bajando por un árbol (que parece tener verrugas), y a una gaviota surcando el lago.

Aquí está el pato Lucas, preguntándose dónde se habrá metido Chip.

Foto que no tiene nada en especial:

Y esta foto no sé qué leches hace aquí, pero el caso es que la sacamos y no me acuerdo dónde. Se ve a la izquierda el famoso London-Eye (la noria gigante), que tiene 135 metros y tarda media hora en dar una vuelta completa. Encabeza la lista de los diez monumentos privados más populares de la ciudad.

Después de estar un rato en Piccadilly Circus, tomamos el camino de regreso al albergue, pero claro... la gente, a diferencia de los días anteriores, llenaban todas las calles. Había un montón de gente uñtimando compras, y viniendo de aquí para allá. Montones de negros, chinos con cámara, unos pocos italianos y españoles, y aún menos alemanes y franceses, mas los ingleses llenaban Piccadilly Circus y la calle de Oxford Street, por la que tuvimos que pasar para regresar. Nada más entrar en aquella calle, un negro encendiendo un peta... Y yo que había ido a Londres también para escapar de la contaminación tabaquera de mi casa, y hasta entonces había resultado ser una ciudad limpia, y sin gente fumando,...pues ahora me tocaba "fumar" todo lo que no había fumado antes. Cada cuatro personas a las que adelantábamos, una encendía un peta... Y no digo que estuviera fumándolo desde antes, no... esperaba a que yo estuviera delante de él para encenderlo y llenarme de humo asqueroso. Cuando salimos de aquella calle, había uno que estaba empezando a liar un peta, y yo dije "Ja, éste a mí no me coge"... y escapé rápido antes de que mis pulmones se resintieran de tan desagradables olores.

Finalmente, llegando al hostal aprovechamos para ir a una tienda y comprar un pan de 400 gramos, queso y jamón, con nuestro nuevo "salario". Por fin podría volver a comer algo diferente a Corn Flakes y tostadas, y alguna que otra galleta. El bocadillo quedó gigantesco! Y yo me lo comí enterito, a pesar de que Sergini me había advertido de que si alguien fuera capaz de comerse aquel pan entero de 400 gr, reventaría. Se ve que no me conoce mucho, el chaval.

El resto de la noche tocaba estudiar thailandés, ya que no había televisión, ni ordenador, ni parchís, ni cromos de la Barbie.

Luego a dormir, sin tener compañía ajena. La cama del pakistaní y la de Jimmy estaban recien hechas, y así quedarían aquella noche y la siguiente, sin volver a albergar a ningún nuevo visitante.

 

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